miércoles, abril 19, 2006

Monoceronte

Poco a poco se abre el cuerpo sin pulmones Desdoblamiento de aquél con vida Nacimiento de funeral festivo Alegre retozar entre musical viento
Es la mística del universo descubierto en la palma extranjera Anuncio del rito oriental Espacio delirante de cuerpos incendiados Confesionario del incierto pecado
Subes a la esfera escénica del pensamiento Apertura de la larga cortina de pieles con sal Representación de la danza linfática Despojo del disfraz
Monoceronte tangible extraído del castramiento social Eres origen más nunca comienzo Monoceronte encontrado tras el bosque acuoso de la cordura perdida Y de los gritos llorosos de lo incierto de la maldita fatalidad.

jueves, abril 13, 2006

Por ser elemento y negar el vacío

Gracias por no ser fantasma volátil ni fuego congelado
por mantener la costumbre de cortarme la negrura del alma y arrancar la cáscara de mis piernas hambrientas
por no ser ensoñaciones de pasados fotografiados
ni agua evaporada en vasija de barro
ni vientos perdidos injertados de ácido
ni tierra sin sal en gargantas femeninas
por admirar mi pecado original y picar la manzana en trozos para compartirla conmigo.

Ácido para nuestra costumbre contemplativa


Desde los adentros del Accionismo vienés


En el Festival arte y revolución, en 1968, en la Universidad de Viena, Günter Brus, el principal fundador del “accionismo vienés” actuó su llamada Acción NÉ 33 en la cual se cortó el pecho y los muslos con una navaja de afeitar mientras orinaba en un vaso. Después el artista bebió su orina, defecó, se embarró el cuerpo con las heces y finalizó el acto masturbándose y cantando el himno nacional austriaco.
El grupo “accionismo vienés”, lidereado por Brus, se creó entre 1965; pero estuvo también formado por: Otto Mühl, Hermann Nitsch, Rudolf Sch
warzkogler, Gerard Rühn y Oswald Wiener. En sus actos se observaban brotar fluidos como la orina, las heces, la saliva, el vómito o la sangre porque éstos son los materiales que remplazaron al óleo de la pintura convencional, así como el cuerpo remplazó al óleo.
Con su Acción NÉ 33 Brus atacó la imagen política del estado austriaco. Así que no fue sorprendente que sus actos provocaran una serie de críticas, aunque una vez más los accionistas vieneses rompieron con los límites del arte al invadir y adentrarse en zonas prohibidas y apropiarse de ellas. En una ocasión Mühl explicó: --Porque vivo en un mundo técnicamente civilizado a veces siento la necesidad de revolcarme como un cerdo.
Aunque el grupo se creó en los 60, ya desde 1957 Hermann Nitsch creó su proyecto Teatro de orgías y misterios, grupo con el cual presentó un performance en el que se mezclaba la sangre derramada sobre un hombre crucificado y con los ojos vendados, una música que retumbaba en los oídos y las imágenes de un cuerpo de animal abierto por la mitad. Acto que a pesar de su naturaleza violenta posee una gran carga ritual.
El nombre del grupo viene de “aktionismus”, que significa acción, y pretende ser una oposición a la palabra para romper con la idea de que el arte es pura contemplación. Las acciones quieren hacer ver que los materiales externos no son necesarios para crear, así que hacen uso del propio cuerpo y de la mente. Al ser el cuerpo del artista un espejo en el cual el espectador se mira en su sexualidad, agresividad y destrucción.
Otra idea fundamental que perseguían los accionistas de Viena es la de la búsqueda de la libertad, la cual siempre es inalcanzable. Aunque Rudolf Schwarzkogler pensó que una forma de liberación sería la de dejarse caer sobre el pavimento desde un gran edificio, mientras que un colega preparaba la cámara para lograr el mejor enfoque y así poder tomar la foto de la caída; que resultó ser desde luego, en 1969, su última acción.
Para negar lo aterrador, muchas personas afirman que este acto pudo haber sido falso; ya que muchas de las acciones de Schwarzkogler resultaban ser irreales. Otro ejemplo en el que se basan los escépticos del suicidio es el evento en el que el artista fingió amputarse el pene, cuando en realidad lo que había cortado era un pescado muerto que sostenía en la mano y que asemejaba el falo en erección.
Pero el suicido además del escándalo reavivó la pregunta si acciones como ésta pueden ser consideradas arte. Pero, la influencia de los accionistas trascendió el tiempo, al grado de que hay críticos que observan en la obra de la artista de body art italo-francesa Gina Pane y del estadounidense Chris Burden influencias de los vieneses. Por lo que el performance lleno de sangre, heces u otros fluidos sigue presente hasta ahora.
Las reacciones repulsivas de los espectadores de los accionistas fueron siempre necesarias para dar forma al evento preformativo; ya que sin un público el acto se hubiera convertido en simple automutilamiento. Esto explica la presencia de la cámara fotográfica durante el suicidio de Schwarzkogler, ya que sin un “ojo testigo” el acto se hubiese quedado en el completo anonimato y así perdería su carácter violento y trasgresor.
En ocasiones las obras artísticas están llenas de alegres colores pasteles o de figuras bellas, pero en ocasiones al espectador se le presenta un cráneo abierto recién explotado o la caca fresca de un hombre. Pero lo que el arte siempre a buscado es la trasgresión y el escándalo, es decir el ir en contra de lo anterior y así mostrar nuevas formas de representar o en caso del performance de presentar.
No nos extrañemos que las próximas formas de hacer arte pretendan sacudirnos y hacernos ver que todavía se puede ir más allá. Porque la idea de que “el arte ha muerto” ya ha sido rebasada y negada, puesto que mientras haya cánones y reglas establecidas siempre existirá un arte con ánimos de romper con la institución. Aunque claro, ésta siempre termine asimilando las pretendidas obras transgresoras.