miércoles, mayo 16, 2007

Canto inuit

Entre plumas argentadas están las voces inuits
panaches d'air, de paix, de nuit

escalan, caminan, marchan
entre las aguas vivas
entre el gorgeo madrugador
esperan la presencia luminosa
aquella que transforme sus soplos invernales
en cálidos refugios

ya llegan, entran, participan
en la coronación solar
en la presencia luminosa

ya se esparcen en espasmos astrales
ya se permiten ir al vuelo
ya se permiten creer.

lunes, mayo 14, 2007

El derrumbe del diálogo

Ella: va cayendo sobre mis hombros la lluvia ácida. Y aun cuando el remoce de los techos parecían protegerme del agua, las goteras cada vez son más necias y decididas. Las vigas comenzaron a desmembrarse y poco a poco la madera se derriba sobre mi cabeza. Es el diluvio el que sobreviene,“ya no tengo refugio, nunca lo tuve. La verdad es dura”.

¡¡La caída de mi resguardo vino por ti!! ¡Primero trajiste los vientos con las preguntas, después las lloviznas con la duda y finalmente la tormenta con la mentira! ¡No eres ahora más que agua infestada de la que ya no puedo protegerme! Traes contigo el dengue, las moscas, la peste.

Él: Soy el agua infestada, la causa de los huracanes, pero tú no huyes, ni te refugias permaneces inmóvil. Tu estática viene de mi ausencia, seré tu tormenta pero prefieres quedarte bajo la lluvia, en vez de buscar un nuevo refugio. Prefieres dejarte llevar por los maremotos a dejarme partir. Sigues empapada por mi ausencia, por mi abandono, por mi daño. Intentaste enmendar los techados, pero ningún refugio es suficiente si mi lluvia todavía te alcanza. Y mientras a mí la lluvia no me moja.

Ella: Sí la madera se terminó de pudrir con tu abandono, pero fuiste tú el traidor, el mentiroso. ¡La granizada la traías tú en los bolsillos, poco a poco me lanzaste pedazos de hielo hasta que me enterraste en ellos.

Y ahora no tengo refugio, ni forma de calentarme la piel, aquella que “había construido […] con los restos de mi ambición; tengo que huir el viento la ha esparcido. Ya no tengo refugio, nunca lo tuve. La verdad es dura.”

Él: Si un pedazo de carbón se deja prendido por un largo tiempo, su cuerpo se reblandecerá y perderá su forma hasta convertirse en ceniza. Pero si se prende y antes de que se desmorone se le agrega agua, entonces su cuerpo se endurece, pero ya nunca retoma su forma original.

Ella: Recuerdo la choza recién construida, nuestra duda sobre su resistencia, nuestro temor por las temporadas de lluvia futuras. Recuerdo los cuatro pies fríos, entre todos reconfortándose. Recuerdo las pestañas goteando, entre ellas consolándose. Recuerdo los brazos rendidos, entre ellos esperanzándose. Recuerdo las bocas agrietadas, entre ambas alentándose. Recuerdo nuestros cuerpos humedecidos, entre uno y otro refugiándonos. Recuerdo que fuimos dos, ahora donde no hay ni uno. Recuerdo que fuimos casa, donde ahora flotan los restos. Recuerdo los recuerdos, recuerdo la memoria, ésa que me persigue con sus imágenes enganchadas e imposibles de diluir. Aún imposible de diluirlas con toda esta agua que me inunda. Y así sin diluir sigo, sigo, sigo y seguiré perennemente invocando aquellas noches en que tu espalda imploró a mi boca un último suspiro nocturno, aquellas noches que fuimos impermeabilizados y portábamos gabardinas inglesas repelentes a la lluvia.
Sin embargo por desgracia de pronto vuelvo de las imágenes pétreas y de nuevo recuerdo, pero recuerdo que “Ya no tengo refugio, nunca lo tuve. La verdad es dura.”

Él: Nuestros cuerpos aún pueden ser refugio, de los restos construiremos una nuevas paredes y techos sobre nuestras cabezas. Acércate, déjame despegarte las nubes agripadas, déjame secarte los cabellos, déjame envolverte con el impermeable de mi piel . Déjame construirte un techo de consuelo. No me permito dejarte ahogar en este diluvio.

Ella: Tal vez pueda acercarme, tal vez podamos reconstruir nuestra choza, porque a pesar del derrumbe, a pesar de las inundaciones, el puente entre ambos es inquebrantable. No podemos fingir que en los restos de nuestras fachadas no duermen las mismas cenizas, porque aquellos refugios compartieron por casi tres años el mismo territorio. Pero ahora la lluvia esparció tu parte de los vestigios y no me quedan en los ojos más que unas briznas de recuerdos.

Él: Quisiera repetirle que puedo secarla y mantenerla tibia para siempre, pero sé que el derrumbe que comenzó con mi abandono terminará inevitablemente en desplome cuando ella escuche los truenos de mis últimas palabras. No puedo seguir mintiendo más. Sé que aproximo la tormenta y estoy entre el dilema de reconstruir nuestros techos o partir con la barca a nuevas islas donde los temporales ya no persistan.

Debo hablar por fin con la verdad para que puedas reconstruir las vigas, ya no puedo ayudarte a martillar más, quisiera pero me es imposible. La culpa que guardo es mi propio diluvio y necesito alejarme a nuevos territorios. Necesito hablarte, confesar que las goteras de mis mentiras ahora se convierten en baldes de agua. No te he abandonado por sentirme desprotegido, sino porque una vez que viajé encontré un nuevo barro y una nueva cal para construirme otro refugio. Nunca reemplazará al que a pesar de los derrumbes construí contigo, él nuestro siempre será más fuerte, menos húmedo y más cálido. He de confesar que parto, pero no a la aventura, sino porque ya encontré nuevos techos que me reciben y protegen de las tormentas y soledades futuras.

lunes, mayo 07, 2007

Por primera vez


पोर प्रिमेरा वेज

Tengo los bolsillos llenos
las llaves metálicas repican
acordes sosegados
comprendo
descubro
miro
soy esa misma
con los pies sin cabeza
con la mirada sin piernas
pero a esta hora
a hora
ahora con la risa entre ellas.