Quererte con la palma abierta, sin esperar al viento de mañana
así, cuando la tetera silba, al partir la papaya y desgajar las naranjas
frente a la estufa con las hornillas prendidas
sin saber si las nubes caen en la ciudad despierta
sin preocuparnos ni por el abrigo ni la gabardina
Quererte así con silencios de lo ya dicho
sin despertadores que rugen y deseos de olvido
como si el ayer en el calendario fuera fantasma
como si tus palabras devoraran tu ausencia
en el destierro de la duda que se inflama
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